La primera mitad de siglo XVII, aunque es parte del denominado Siglo de Oro, es también una época en la que la ignorancia, superchería e inmovilismo de siglos aun persiste y lo diferente causa miedo; lo que no es usual es explicado mediante normas férreas que dogmatizan siendo consideradas verdades inamovibles. Todo aquello que se sale de la norma está asociado a la brujería o herejía y por tanto la iglesia y la Santa Inquisición velan por pureza de la fe y la verdad. No existe el criterio propio, individual.
En este contexto histórico, en el que el renacimiento se apaga para abrir paso al barroco, nace Hernán en la villa de San Román de Montalbán de la provincia de Toledo, hijo de una gitana adivinadora y echadora de cartas que ha sido condena a portar el sambenito como penitencia contra las leyes divinas y humanas. La epilepsia que padece Hernán será el hilo conductor de una trama en la que se mostrarán formas de pensar y vivir de múltiples personajes, tanto rurales como capitalinos, de Toledo y Madrid. El común denominador inicial es también el pensamiento único guiado por las instituciones político religiosas y la ignorancia. La sabiduría griega, romana, judía y árabe han caído al barro. El conocimiento es mayoritariamente para las clases acomodadas y altos cargos eclesiásticos, que lo usan con mayor o menor acierto.
Las situaciones se complican en San Román de Montalbán: celos, envidias, plagas, reiterados sucesos sin explicación aparente, miedo y supervivencia conducirán a algunos de los habitantes a tomar drásticas decisiones de acuerdo a su conciencia con imprevisibles consecuencias.
La Santa Inquisición irrumpe definitivamente en sus monótonas vidas y el desconcierto aumenta para hasta puntos insospechados. Muchos continuaran viviendo en el miedo, mientras que otros, en distinta medida, lo enfrentarán con los recursos que tienen… o los inventarán.